martes, 18 de diciembre de 2012

QUITO (Viaje al paraiso VI)

Andrea, mi compañera de trabajo del año pasado y por supuesto amiga, me estaba esperando en la peligrosa noche de Quito con un abrazo enorme.

Al día siguiente decidí empezar por la mitad del mundo. Pffffffffffffffff menudo chasco. Llegas allí y ves como a los pies de un enorme monumento en forma de torre hay decenas de tiendas y restaurantes tipo Port Aventura.




 





Tras darle una oportunidad e intentar ver algo mas que la tradicional foto delante de la raya del centro del mundo, un pie en cada hemisferio, decido salir de allí. A la que es la realmente el 0º 0`0`` según los cálculos realizados por las nuevas tecnologías vía GPS.

Un poco mejor por los experimentos y algo mas atractivo, pero salí de allí con la cabeza gacha pues parecía que el día iba a ser un fracaso.







Pero que tan bueno es el karma cuando quiere y es que según me voy a subir al autobús un señora anciana me hace hueco en el asiento que tiene a su lado y me dice:
-          Siéntate hijo que me gusta estar al  lado de chicos guapos.

Con un poco de asombro me siento a su lado, y comenzamos a charlar.

Se trata de una mujer de 86 años, pelo blanco, ropa moderna pero clásica en colores marrones, la piel arrugada mostrando el trabajo de todos los años pasados, una sonrisa tierna y dócil, y unas pequeñas gafas  con montura de metal y seminuevos le reposaban en su pequeña naricita. Se llama Efigenia, y fue el regalo de Quito,

Es viuda y vive sola,  lejos del centro y del bullicio, y a pesar de ser fe Guayaquil lleva toda la vida en Quito.

Cuando habíamos charlado un rato de repente me dice:
-          Quieres acompañarme a Conocoto??, voy  a ver a las hermanas teresitas porque mi hermana es la madre superiora.
-          Vale, esta tarde no tenia plan

Efigenia, tuvo 16 hij@s y cuenta la historia de como tan solo le quedan 2 con una infinita tristeza. Y para colmo su hija vive muuuuy lejos de ella (curiosamente en Murcia!!), no conoce a sus nietos españoles y hace muchos años que no la ve.

Si por esto no fuera poco, a su ultimo hijo lo perdió tras 5 años de sufrimiento. Se daño la columna vertebral y vendió todo su patrimonio para intentar salvarle, pero no fue suficiente.  

Sus ojos dejaban de mirarme a ratos y fijaba su mirada perdida a través de la ventanilla hacia el horizonte. Sin llegar a salir una sola lágrima, los ojos se adivinaban vidriosos, y su voz temblaba a cada palabra.

No sabía como reaccionar, pero sin saber como pase a ser su bastón en cada acera, su compañero de visita, y al final termine siendo por un rato ese hijo que debía tener mi misma edad. Hasta me llego a presentar a conocidos suyos que hacia mucho que no veía jeje.

Poco a poco se le fue cambiando el tono de voz y me fue contando como siendo enfermera, entre un millón de cosas, junto con otras compañeras fundaron un montón de escuelas. Fue explicando una a una según pasábamos por delante de ellos.

De cada palabra podías extraer un tremendo esfuerzo y trabajo en cada cosa que se proponía. Y siempre terminaba con la parte de:

-          había que hacer lo que fuera para sacar la familia adelante

No se por qué, pero me cogió cariño. Era muy graciosa porque tuvimos que subirnos a 4 autobuses diferentes hasta que encontramos uno que tuviera dos asientos juntos vacíos.  Además me regaló una pulsera de un tipo que entro en el bus a vender y por nada del mundo me dejo pagar la comida (un caldo de Mondongo, de sangre, cebolla y aguacate).

Fueron 4 horas absolutamente geniales, de esos momentos que no los ves venir y que te hacen cambiar cualquier monumento o centro histórico turístico.


Tras volver a Quito, tarde con Andrea en la plaza Foch (pza Gringolandia) y a descansar.

El día siguiente esta reservado para Mindo, pero debido a la locura matinal de Quito, no llegue a tiempo al primer autobús y tuve que coger otro mas tarde (lo que me facilito conocer a otra pareja de españoles muy majos).

Mindo es EL lugar de las mariposas y los colibríes!!!!

Por la noche fuimos junto con Maria y Lloris a cenar al barrio de Guapulo, en un restaurante con un mirador fabuloso.


Con Andrea


Los 4 fantasticos

y luego Maria retratandome con las pinturas callejeras tan chulas mientras el taxi nos esperaba en medio de la calle sin dejar pasar al resto de coches (estamos loooocos)





El día dedicado a Quito fue para ver iglesias y el centro histórico. Lo segundo es muy chulo, una ciudad colonial con gran ambiente y cierto encanto. Lo primero no lo llevo tan bien, entre lo que se cobra por entrar (una vez una persona me dijo que “Mi padre no me cobra por entrar en su casa”, con toda la razón del mundo), la riqueza que hay dentro de cada una y muchas otras cosas mas me crean una reticencia que no significa que no aprecie la arquitectura tan mágica de la Basílica.













 La visita al Museo de Guayasamin fue toda una experiencia, empezando por que casi asistimos al casi incendio del valor cultural mas grande de Ecuador, y después por el descubrimiento de un artista que transmite muchas cosas en sus muy peculiares pinturas.

Gracias Maestro por emocionarme en tan poco tiempo 





QUITO EN LLAMAS (Parecía un presagio)


 Esta obra no le dio tiempo a finalizarla al maestro antes de fallecer







Maria y yo haciendo el indio con las figuras que tanto le gustan










 Y no podía irme de Quito sin visitar la sede central de Fe y Alegría  un lugar donde se respira esperanza por una educación para todos y todas de calidad.


La última noche en Quito salimos a tomar algo junto con los compis de Andrea (Diana y Nacho) y los amigos francoespañoles (Maria y Lloris). Me lo pase genial y aunque torturara a Diana y Andrea para que se quedaran mas tarde y no poder abrir un ojo al día siguiente en el trabajo, mereció la pena. Aunque como siempre la pena llego con las despedidas. Es curioso como coges cariño a alguien tan rápidamente.

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